Una mula provista de ojos de bella mujer, es el espíritu encarnado de
una dama que ha cedido a la tentación de tener amores prohibidos con un
sacerdote o un pariente cercano, y por ello ha sido castigada a vagar
por la tierra como animal de carga. Es también conocida como mula ánima o ánima mula. Se la ve transitar los caminos del centro y noroeste de Argentina.
La mirada de la mulánima puede ser fatal: basta un roce con sus ojos
para que un varón se sienta
perdidamente enamorado de la bestia y la siga a todas partes, descuidando familia, apariencia y pudor, incluso llegando a desaparecer para siempre. Dos son los métodos para librar a la infortunada de su maldición y para evitar que siga cometiendo estragos: uno de ellos es molerla a palos hasta que la metamorfosis se revoque, convirtiéndola de nuevo en mujer. Otro es rebanarle un pedazo de oreja (algunos dicen de crin) con un cuchillo, lo que deshará el encantamiento instantáneamente. Los valientes que intenten llevar a cabo la hazaña deberán, no obstante, ser advertidos de un grave peligro: el poder de la seducción de la mujer que ha trascendido la maldición es tan fuerte como el de la mulánima, y no es inusual que quienes hayan operado el desencantamiento queden prendados de la mujer que hasta instantes fuera un monstruo y es ahora una beldad.
perdidamente enamorado de la bestia y la siga a todas partes, descuidando familia, apariencia y pudor, incluso llegando a desaparecer para siempre. Dos son los métodos para librar a la infortunada de su maldición y para evitar que siga cometiendo estragos: uno de ellos es molerla a palos hasta que la metamorfosis se revoque, convirtiéndola de nuevo en mujer. Otro es rebanarle un pedazo de oreja (algunos dicen de crin) con un cuchillo, lo que deshará el encantamiento instantáneamente. Los valientes que intenten llevar a cabo la hazaña deberán, no obstante, ser advertidos de un grave peligro: el poder de la seducción de la mujer que ha trascendido la maldición es tan fuerte como el de la mulánima, y no es inusual que quienes hayan operado el desencantamiento queden prendados de la mujer que hasta instantes fuera un monstruo y es ahora una beldad.
FIN
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