martes, 3 de septiembre de 2013

La leyenda del indio Cantuña (Ecuador)


 Les voy hablar de una leyenda muy particular de Ecuador la leyenda del indio Cantuña. Esta es una leyenda que divierte mucho ala vez que atemoriza. En el libro "Leyendas del Ecuador" hallamos las dos versiones de la leyenda


La version falsa consiste en:
Cantuña tenia una labor que habia sido asignada por los franciscano que era construir una Iglesia en Quito. Este acepto y puso como plazo seis meses, a cambio el recibia una gran cantidad de dinero.
Aunque parecia una hazaña imposible lograr terminarla en seis mese, Cantuña puso su maximo esfuerzo y empeño en terminarla, reunio un equipo de indigenas y se propuso terminarla. Sin embargo la edificacion no avanzaba como el la esperaba.
Cantuña decide vender su alma al diablo a cambio de que terminara la construccion lo mas rápido posible. Cantuña ya se vio perdido debido a que vio que los diablillos avanzaban de una manera insuperable, fue aqui cuando al indio Cantuña se le ocurrio una idea y se escabullo en la Edificacion sin ser visto y cogio la ultima piedra y escribio: "Quién ponga esta ultima piedra en su lugar reconocera que Dios es más grande que el". El diablo al ver esto huyo y Cantuña se salvó.

La verdadera historia trata de Cantuña era solamente un guagua de noble linaje, cuando Rumiñahui quemó la ciudad. Olvidado por sus mayores en la histeria colectiva ante el inminente arribo de las huestes españolas, Cantuña quedó atrapado en las llamas que consumían al Quito incaico. La suerte quiso que, pese a estar horriblemente quemado y grotescamente deformado, el muchacho sobreviva. De él se apiadó uno de los conquistadores llamado Hernán Suárez, que lo hizo parte de su servicio, lo cristianizó y, según dicen, lo trató casi como a propio hijo. Pasaron los años y don Hernán, buen conquistador pero mal administrador, cayó en la desgracia. Aquejado por las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada vez más acuciantes. Estando a punto de tener que vender casa y solar, Cantuña se le acercó ofreciéndole solucionar sus problemas, poniéndole una sola condición: que haga ciertas modificaciones en el subsuelo de la casa.La suerte del hombre cambió de la noche a la mañana, sus finanzas se pusieron a tal punto que llegaron a estar más allá que en sus mejores días. Pero no hay riqueza que pueda evitar lo inevitable: con los años a cuestas, al ya viejo guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña fue declarado su único heredero y como tal siguió gozando de gran fortuna.Eran enormes las contribuciones que el indígena realizaba a los franciscanos para la construcción de su convento e iglesia. Los religiosos y autoridades, al no comprender el origen de tan grandes y piadosas ofrendas, resolvieron interrogarlo. Tantas veces acudieron a Cantuña con sus inoportunas preguntas que éste resolvió zafarse de ellos de una vez por todas. El indígena confesó ante los estupefactos curas que había hecho un pacto con el demonio y que éste, a cambio de su alma, le procuraba todo el dinero que le pidiese. Algunos religiosos compasivos intentaron el exorcismo contra el demonio y la persuasión con Cantuña para que devuelva lo recibido y rompa el trato. Ante las continuas negativas, los extranjeros empezaron a verlo con una mezcla de miedo y misericordia.

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