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viernes, 6 de septiembre de 2013
Aokigahara, el bosque de los suicidios (Japón)
Aokigahara (青木ヶ原), conocido también como el Mar de Árboles, es un bosque que se encuentra en la base del Monte Fuji.
Según la leyenda en el bosque habitan demonios y muchos de los que emprenden su recorrido no regresan jamas.
Hoy en día, muchos caminantes pierden su camino, sus esqueletos o sus cuerpos medio devorados por "algo" son reencontrados regularmente en este bosque, profundo y oscuro.
Una vieja leyenda dice que un gran número de murciélagos viven allí. Éstos atacan a los paseantes e intentan ahogarlos cubriéndoles la cara.
Cientos de viajeros han afirmado que las brújulas pierden el rumbo señalando el sur o cualquier otro rumbo que no es el norte. Otros afirman que si seguimos las indicaciones de la brújula, giraríamos en círculos y
volveríamos al punto de partida. Aokigahara es tan denso que la luz del sol penetra allí difícilmente. Numerosos son los que afirman que les es imposible ubicarse con el sol, porque si levantas la cabeza, sólo se ve una pequeña parte del cielo.
Fuera de los caminos marcados, el paisaje crea, en su espíritu, una distorsión del sentido de la orientación. Así, las diferentes direcciones posibles parecen todas iguales. Si miras delante tuyo para andar derecho, corres peligro de resbalarte y caerte ya que el suelo parece sólido mientras que en realidad, a menudo éste se encuentra a 30 o 40 cm más abajo, bajo una alfombra de raíces y hojas, las cuales crean una tela que da la impresión de un terreno perfectamente llano. Este bosque posee numerosas cuevas enormes y profundas. Estas grietas abren ampliamente sus bocas bajo la espuma y la vegetación. Es muy fácil caer en el interior y reencontrarte allí, con horror, frente a esqueletos que llevan allí mucho tiempo.
Otros, presos de este "infierno verde", anduvieron durante días, cruzándose con esqueletos y cadáveres en descomposición y al final han muerto de hambre antes de servir de comida para los animales salvajes. Todos estos fenómenos, así como otros sucesos, han creado toda clase de leyendas a propósito de demonios y fantasmas que pueblan este bosque.
Numerosas historias hacen mención de personas que fueron testigos de apariciones espantosas de fantasmas. Sin duda, los espíritus de los suicidados que están condenados a vagar por el bosque para la eternidad. Aokigahara está considerado como uno de los sitios más encantados de Japón. Se dice que este lugar es el purgatorio para los "Yurei", los fantasmas vengadores que han sido arrancados de la vida demasiado temprano por una muerte violenta como el suicidio o el homicidio.
Éstos aúllan su sufrimiento a través del viento. Muchos espiritistas afirman que los árboles mismos están impregnados de una energía malévola acumulada desde hace siglos. Esta energía proviene naturalmente de todos esos desgraciados que se han suicidado y que hacen todo lo posible para atraerte para que no salgas de ese lugar maldito.
En el Japón feudal del siglo XIX, cuando las hambrunas y las epidemias azotaban a la población, las familias más pobres abandonaban a su suerte a los niños y a los ancianos que no podían alimentar. Por este motivo, surgieron historias que afirmaban que el bosque estaba encantado por los fantasmas de los que allí murieron.
Su fama como lugar de suicidio quizá se deba a que en 1960 se publicó la novela Nami no Tou de Seicho Matsumoto, en la que al final de la obra dos amantes se suicidan en el bosque. Además, en 1993 se publicó El completo manual del suicidio de Wataru Tsurumi, una guía para suicidarse donde recomienda este bosque como un lugar idóneo para quitarse la vida.
Desde la década de 1950, más de 500 personas han perdido sus vidas en el bosque, la mayoría por suicidio, con una media de edad de 30 años aproximadamente. En 2002 fueron encontrados 78 cadáveres en el bosque y en 2003 la tasa ascendió a 100 personas. Por este motivo, en los últimos años el gobierno local ha parado de dar a conocer el número de suicidios, en un intentó de detener la asociación de Aokigahara con el suicidio. La alta tasa de suicidios ha hecho que se designara a operarios para que colocasen carteles en el bosque, tanto en japonés como en inglés, con el fin de que aquellos que vayan con el propósito de suicidarse busquen ayuda. Las batidas para la búsqueda de cuerpos se llevan realizando desde 1970. Unos 300 operarios se adentran anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales. Incluso la policía patrulla los alrededores en busca de posibles suicidas.
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