viernes, 27 de marzo de 2020

Leyenda El viborón del pilcomayo (Bolivia)


En el río Pilcomayo, según cuentan, habitaría una suerte de réptil mítico, lo describen como un animal que podría medir de entre 30 a 50 metros.

Para algunos se trata de una víbora enorme, que tiene una cabeza que se asemeja a la de un mamífero, de ésta
sobresalen dos enormes ojos rojos que brillan de noche, dándole el poder de hipnotizar a quien se anime a ingresar a las turbias aguas.

El viborón se ha convertido en una leyenda que ha pasado de generación en generación, sobre todo en las comunidades que se encuentran a lo largo del cauce del río Pilcomayo, especialmente en la región del Chaco.

Desde pescadores citadinos, criollos y hasta indígenas, cuentan sus apariciones dándole a la leyenda distintos matices, a tal punto que ésta adquiere particular significado espiritual para los pueblos Weenhayek, Guaraní y Tapiete. Pese a no haber aún registros científicos de su existencia, los relatos sobre el animal trascienden incluso a territorios argentinos y paraguayos.

Pero es en Villa Montes donde sin duda el animal ha sido asumido como parte del conocimiento popular, dando por sentado su existencia, pues allí habría tenido lugar uno de los avistamientos más recordados. Cuentan que unas 30 personas estaban en las playas del Pilcomayo por el sector de El Chorro en El Angosto, de pronto al atardecer vieron cómo emergió una enorme víbora que sin miedo alguno los contempló durante unos cinco minutos.
Relatan que era el año 1990, la temporada de pesca había iniciado y los pescadores concurrían con sus familias a El Chorro, lugar que era popular por tener un embalse amplio en el que se generaba buena pesca de sábalo.

Los pescadores acompañados de sus familias se habían organizado por equipos para pescar a manera de pasar la jornada y distenderse, mientras algunos supervisaban lo que capturaban las redes. Fue entonces cuando cerca de la banda de enfrente surgió un extraño busto negro que confundieron con un tronco grande o incluso un ser que levitaba.
Don Isidoro A. es un pescador criollo retirado, que se introdujo al oficio por necesidad junto con su padre desde los 10 años. Él fue una de las personas que, según dicen los pobladores, vivió este avistamiento.

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